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ISSN 1989-4163

NUMERO 78 - DICIEMBRE 2016

Arte y Oficio

Itziar Mínguez

Autora: Rosa Montero. Título: La Carne. Alfaguara.

Soy una lectora fiel de Rosa Montero desde aquellos lejanos años en los que estudiaba en la universidad. De los autores que me interesaban en aquella época pocos han sobrevivido a los estragos que el tiempo ha causado en mis lecturas. Rosa Montero es una de ellas y reencontrarme con la autora siempre me produce el alivio de saber que algo queda en mí de aquella edad de la inocencia. Ella también ha crecido y ha dejado muestra de ello en la evolución de sus novelas pero también sigue quedando algo de aquella escritora y tal vez sea eso lo que me produce la sensación -cuando leo sus libros- de que me reencuentro con una amiga de entonces.

Recuerdo mis primeras lecturas de Rosa Montero: “La función delta”, “Crónica del desamor”. Hay en ‘La carne’ (Anagrama), su última novela, algo de ellas. Su escritura es más sofisticada pero permanece algo de aquella incursión que hacía siempre en la pasión como algo cotidiano, como algo que añadirle a nuestra cotidianidad. Sus personajes femeninos también son más sofisticados, tienen profesiones guays y transitan por unos escenarios glamurosos pero, en el fondo, siguen siendo los mismos personajes que desgranaban sus pasiones de andar por casa en barrios modestos de una ciudad cualquiera. Las novelas de Rosa Montero crecen con ella. Sus protagonistas femeninas tienen su edad y tocan los temas que preocupan a la autora. El paso del tiempo, la soledad, la frustración profesional, la inercia de lo establecido. Desde la elección del nombre de su protagonista Soledad Alegría ya nos está contando mucho.

Tal vez lo que menos me ha entusiasmado de la novela sea la premisa argumental que sirve como lanzadera para transitar por lugares mucho más interesantes. La figura del gigoló nunca me ha atraído mucho pero en ‘La Carne’ sólo es una excusa para hablar de lo que realmente importa: la llegada a ese punto de la vida en la que no hay marcha atrás y te detienes a hacer balance de lo que es tu vida instalada, la mayor parte de las veces, en la vacuidad y la inercia. A pesar de que el desarrollo de la historia no pasa de ser algo anecdótico, el extraordinario pulso narrativo consigue que la historia termine enganchando. No quiero destripar nada del argumento respetando la petición expresa que hace la autora sobre este particular.

Me interesa de las últimas novelas de Rosa Montero la genialidad con la que consigue moverse por las fronteras de los géneros narrativos. Ficción, autobiografía, autoficción, biografía, metaliteratura, etc… Todo perfectamente medido para no acabar con la sensación de que es un cajón desastre donde todo vale, como sucede con muchos productos cuya única meta parece ser la originalidad gratuita. Nada más lejos. Ya en ‘La loca de la casa’ jugó magistralmente sus cartas en ese espacio entre la ficción y la realidad donde juega al despiste. En ‘La ridícula idea de no volver a verte’ se superó y consiguió hacer de su oficio un arte. Sigue siendo, para mí, su mejor novela. En ‘La Carne’ da la sensación de que recupera algo de aquella frescura de sus primeras novelas sobre el amor y las viste de lujo con su buen hacer literario de las últimas, con esa pericia que ha logrado en la utilización de los recursos narrativos. El resultado es una novela que se lee sola, sin esfuerzo, que hace que te detengas en algunos de sus brillantísimos párrafos. Rosa Montero tiene una prosa exquisita y la pone siempre al servicio del lector. Con el paso del tiempo tengo también la sensación de que Rosa Montero es consciente de que forma parte del establishment literario y tal vez por eso se siente cómoda con el personaje en el que se ha convertido dentro de sus propias novelas. Es desternillante asistir a la aparición de la propia Rosa Montero convertida en personaje de su propia novela, uno de los mejores momentos del libro. Sabe reírse de sí misma, sabe sacarse provecho, sabe moverse por la ficción y la realidad advirtiéndonos que no todo es lo que parece porque a veces lo más real termina no siendo y lo menos real es; Rosa Montero sabe jugar a divertirse con el espectador y a buscar su complicidad y es esa naturalidad lo que sigue convenciéndome de ella y haciendo que espere con ganas su próxima novela.

La carne

 

 

 

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